Oigo risas al levantarme
pero no son de esta casa.
Te fuiste y te llevaste la alegría de este cuarto
dejando una nota desafinada, tu recuerdo y una botella de ron.
Eras el sueño de una vida caducada,
la esperanza de una batalla perdida,
y te convertiste en una noche
en la decepción que maquillaba mi cara.
Pasaron años, y con ellos las sirenas
con su sexo y sus labios
que amargaron el sabor de tus besos
y endulzaron el del amor.
Un día llegó la reina de mis mares
y destruyó tus castillos sin historia
marcando mi playa con su bandera,
dejando sus huellas en la arena,
regalándome felicidad, alejándome el ron.
Oigo risas en mi vida,
vienen de esta habitación.
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